Me definiría como una de esas personas a las que le gusta la luna, o que pasan horas contemplando el mar o una apuesta de sol. A las que le gusta caminar descalza sobre la arena en los días de invierno mientras sientes que la lluvia te empapa la ropa y que la arena se vuelve mullida ante tus pies. El sonido de la lluvia al golpear las hojas de los árboles, el frío hace que te sientas viva.